Protocolo Familiar. ¿Cómo explicárselo a un niño?

Imagínate que viviéramos en un mundo donde no hubiera reglas. Que pudieras ir a dormir y levantarte a la hora que quisieras, desayunar en la noche o comer una hamburguesa apenas al despertar.  Que la escuela sea opcional, al igual que los pagos de las colegiaturas (esto último no suena nada mal para mí).

 

Para evitar esto, (y muchas otras tonterías que podríamos hacer), todos los humanitos que habitamos este planeta hemos establecido y negociado a lo largo de los siglos, reglas de conducta y no conformes con ello, construimos un gobierno que vigila que todo lo acordado sea debidamente cumplido. Tenemos un Protocolo de conducta, con mil matices. 

 

Según el diccionario, un protocolo es un “conjunto de reglas de formalidad que rigen los actos y ceremonias diplomáticos y oficiales”, pero según el mismo diccionario, el protocolo también puede ser un “conjunto de reglas de cortesía que se siguen en las relaciones sociales y que han sido establecidas por costumbre”. El Protocolo nos sirve igual adentro que afuera: decir gracias y buenas noches es una regla de cortesía. Detenerte cuando el semáforo esta en rojo es una regla de convivencia que permite relacionarnos con la sociedad y nos ayuda a no estamparnos contra otro coche.  

 

Lo mismo pasa en las empresas familiares. Una empresa familiar es aquella en donde una o varias familias gestionan su operación y tiene como objetivo que la misma empresa llegue a ser controlada por las siguientes generaciones. Esto se oye muy fácil, pero para poder lograrlo tenemos que trabajar en reglas y estructuras, para que las empresas puedan seguir operando independientemente de quien lo gestione. Ese conjunto de reglas se llama Protocolo Familiar, y en él se establecen los acuerdos básicos de la familia con relación a la empresa y el patrimonio.

 

Ahora imagina una empresa en donde trabajen los papás y tres hermanos. En algunos años, tal vez los hermanos decidan casarse y formar sus propias familias. ¿Hay espacio en la empresa para tantas personas? ¿De dónde va a salir el dinero para pagar tantos sueldos? ¿Cómo podemos hacer crecer la empresa para que todos quepan? ¿Cómo acomodas 5 elefantes en un volkswagen?

 

A esto debe sumarse un hecho trascendental. Cada individuo tiene una personalidad y una identidad propia, que se obtiene con el ejercicio de la  libertad, que es una de las principales características del ser humano. Conforme creces, adquieres derechos y responsabilidades, pero somos fundamentalmente libres siempre que no afectemos a un tercero (muy importante). 

 

Esa libertad te lleva con paso de los años, a preguntarte que quieres ser cuando seas grande. ¿Quieres trabajar en la empresa de tus papás o prefieres ser astronauta? Esa es una decisión medular en la vida, porque de ello depende si vas a ir a la oficina contento a trabajar o con la cara de quien hace algo únicamente para que papá y mamá no se enojen. 

¿Comparto con mi familia la visión que se tiene para la empresa?  Esta es una muy buena pregunta. Las complicaciones inician cuando nos damos cuenta que no nos hemos dado el tiempo para establecer de manera clara y consensuada cual es esta visión. 

Elaborar un Protocolo Familiar nos ayudará a definir los acuerdos y las bases, normas y reglamentos que van a regular todas las relaciones de la familia con la empresa.  No todas las empresas familiares necesitan un protocolo. Solo aquellas que cotizan en bolsa y son operadas con bases de Gobierno Corporativo porque es parte inicial de su proceso de Institucionalización. Pero es muy conveniente que aquellas empresas que mantengan o quieran mantener relaciones comerciales con este tipo de compañías trabajen en sus acuerdos. Es una de las principales recomendaciones del Consejo Coordinador Empresarial según la última actualización al Código de Principios y Mejores Prácticas Corporativas. Y por supuesto, es indispensable para quienes buscan la permanencia de su empresa y quieran que sea gestionada por sus sucesores de manera clara y ordenada.