Sobre el regreso a clases.

Hijos,

Sé que esta carta no la van a leer ahora, no es mi intención. Lo que voy a escribir son cosas de mayores que no tiene mucho caso que se las cuente ahora, porque ya sabemos que a los mayores —- ya se nos olvidó la verdad de la vida ….porque tenemos que hacer espacio en nuestra memoria para retener ….las últimas novedades de la miscelánea fiscal o más recientemente, el once inicial del Paris Saint Germain.

Pero de cualquier forma les escribo como – un ejercicio de náufrago desesperado: pondré estas letras en una botella que lanzaré al mar de los datos, para que viajen en radiofrecuencias o en caracteres de un blog, con la esperanza de que quizá – en unos años -, la encuentren, la desempolven, la lean y nos entiendan (y quizá, que nos perdonen).

Se las escribo también por que como me dijo mi tío Fernando hace 30 años, “verba volant, scripta manent”. Esto significa – en latín – que a las palabras se las lleva el viento y las letras permanecen y esto que les voy a decir, – chaparros -, me gustaría que se quedara.

Estamos en el siglo 21 y en el año 2021. Son muchos meses ya cruzando esta locura de pandemia. Seguramente cuando se tropiecen con estas letras o este audio, se acordarán: confinamiento, restricciones, encerrados en casa, la escuela en una pantalla, lejos de los amigos. Escondidas que parecían eternas.

Esto ha sido una situación complicada para todos en diferentes niveles. Esta época, quiero que sepan, nos expuso a enfrentarnos a circunstancias que no esperábamos y para las cuales no estuvimos preparados.

Hemos hablado mucho de cuidar a los adultos mayores, de lo complicado de la situación económica, de nuestros miedos por cuidar la salud de la familia y mantener a flote la situación de la empresa. Hemos hablado – mucho – de ese pequeño lujo en el que se convirtió sobrevivir.

Poco a poco hemos aprendido a convivir con el bicho y llevamos una vida — si no normal…. normalizada.

Se han abierto los centros de trabajo, tenemos varios cubrebocas que incluso los más detallistas combinan con sus ropas, la sana distancia creemos dominarlas, nos reunimos por zoom cuando podemos. Vaya, que de una u otra manera nos las hemos apañado.

Pero quizá que tal vez, no hemos sido asertivos al momento de tomar decisiones por ustedes, los niños. Al principio, pues desconocíamos mucho de cómo se comportaba el condenado virus, y pues siendo ustedes lo más hermoso de nuestras vidas, hubo que guardarlos. No fuera a ser.

Hoy, a casi dos años del mentado bicho seguimos debatiendo si las escuelas deben o no deben abrirse. Y a ver, obviamente que todos queremos cuidar a nuestros hijos, el problema es que entre los miedos y los encierros, lo urgente no deja espacio para lo importante y se nos va la vida. Pero a ver, ¿Qué información tenemos hoy? ¿es sano que sigan sin ir a la escuela? ¿Cómo les va a afectar, sus emociones, sus recuerdos, su aprendizaje, su crecimiento personal?

Mal haríamos en todavía juzgarnos por las decisiones que hemos tomado, caray. Si nadie lo ha tenido fácil. Pero en medio de la histeria colectiva que se refleja en los grupos de whatsapp de padres de familia preocupados por la decisión, démonos un minuto para analizar.

Dice un antiguo proverbio africano que hace falta un pueblo para educar un niño. Seamos ese pueblo, seamos por nuestros niños.

Y si vivimos en una aldea global, vale la pena que echemos un ojo más allá de nuestras fronteras, a fin de cuentas Pandemia significa etimológicamente, todo el pueblo. ¿Qué están haciendo otros países?

En Nicaragua, por ejemplo la política de los colegios es variada pues el gobierno ha dejado total discrecionalidad sobre el tema. En Honduras se tiene una normativa estricta en algunas escuelas particulares, todos los maestros han sido vacunados, y se toman medidas como la sanitización y el distanciamiento trabajando en un esquema hibrido, siendo a criterio de los padres si los mandan o no.   En Uruguay la vuelta a clases fue escalonada, es decir primero las instituciones del interior, y luego las de la capital. En Perú continúa de manera “virtual” desde el primer día y quizás ya se quede así por todo este año, muy parecido a lo que pasa en Ecuador. En Chile los colegios volvieron en su gran mayoría, han abierto ya los jardines infantiles y salas de cuna.

Esto en nuestra América Latina. En paises más grandes y con mejores sistemas, por ejemplo, en Canadá, las escuelas regresaron desde hace un año en modelo hibrido y a partir de este septiembre, todas la clases son presenciales. Adiós bicho.

En Estados Unidos varia por estado. Por ejemplo, en Florida regresaron presencial desde el semestre pasado, en algunos lugares incluso sin mascarilla.

En España hay colegios con clases presenciales en horario normal todo el día con algunas medidas de control, como los salones burbuja. En Alemania, escuchen esto, se reportan las clínicas están llenas de niños… con problemas de ansiedad y depresión…

En Suecia que les cuento, jamás supieron lo que fue el confinamiento ni las mascarillas.

Con ese panorama, ¿qué debemos de primar? ¿Qué decisiones debemos tomar, como padres de familia y como comunidad? ¿Cuánto tiempo, cuanta ventaja deben dar nuestros niños, sobre todo pensando en aquellos (que también son nuestros) y que no tienen acceso a la educación virtual? Para educar a un niño, se requiere un pueblo.  Y los niños de hoy son el pueblo de mañana.

Y bueno, la pandemia es cosa del presente. Este presente tan complejo. ¿Cómo vamos a ver al futuro?

Creo, que como en muchas cosas de nuestra vida, no estamos prestando atención a las cosas que son verdaderamente importantes. Estamos a punto de que el mundo cambie, que la tecnología modifique sustancialmente la forma en que nos relacionamos con el mundo. Todos, y en todos los campos de la actualidad humana.

Por nuestros niños, debemos sentarnos, como comunidad, a entender, que tipo de educación les estamos dando? ¿Qué tipo de niños y niñas van a constituir a nuestro país.

Y es muy fácil, y es muy difícil, por que hay que decostruirnos para volvernos a formar.  Hay que empezar a trabajar en las habilidades que se requieren para el siglo XXI y que son, más que las clases de asignatura que arrastramos desde el siglo XIX, las que darán herramientas a nuestros hijos en el futuro.

Estimular la creatividad, la Innovación, el Pensamiento crítico, la Resolución de problemas, la Comunicación, la Colaboración, el Razonamiento cuantitativo y el Pensamiento lógico. Y si todavía no creen que estas habilidades serán esenciales para mañana, por favor, pregúntense: ¿cuántos problemas de hoy en día pudiéramos resolver aplicando estas habilidades?

Esto es lo que se espera de los niños del mañana, esto es a donde nos debemos enfocar. La desigualdad es sin duda un reto para superar. La desventaja con nuestros niños, va creciendo cada día.

Por eso, chaparros, perdón.

Quizá encuentren el mensaje en la botella. Que las letras permanezcan, que no se las lleve el viento. Y que diga en el mensaje: Oportet Vivere. Yque recordemos siempre, que vivir es una oportunidad.

Los ama, papá.

 

 

Ps. Al papá de estos niños lo encuentran en mail@fernandotodd.com