Pinturas rupestres

«Siempre que se hace una historia
Se habla de un viejo, de un niño o de sí

         –  Silvio Rodríguez

 

Pinturas rupestres. 

 

Comunicarnos es nuestro primer acto de sobrevivencia. Lo primero que hace el recién nacido es tratar de comunicarse con su madre tan pronto ubica la vida. No lo sabe aún, pero está generacionalmente entrelazado a mil historias, mismas que irá conociendo conforme avance su vida por distintos medios, los que estén a su alcance. Desde nuestros primeros ancestros existía la necesidad de intercambiar información con las siguientes generaciones. 

Las pinturas rupestres establecen claves para que la idea subsista a la voz: como se debe cazar,  como se debe vivir. 

La información que dejamos al clan, asegura la supervivencia de los nuestros. Después de las pinturas en cuevas, la trasmisión oral nos guardó historias que fueron escritas años después. Supongo que se escribieron como método de conservación de normas de conducta, de moral y de principios. Hoy en día, la Biblia se ha publicado en dos mil idiomas y se ha impreso 5 mil millones de veces. Empezamos a escribir y a publicar, para dar certeza a nuestras propias creencias. ¿Qué hicimos? ¿Qué creímos? 

Parte de esa comunicación, también es hablada. Negociando y seduciendo. Porqué con besos se inician las historias que terminan con firmas. Por eso importa escribir. Pero también importa que nos detengamos a leer, ¿qué nos decían los abuelos?, ¿qué historia no aprendimos como familia?, ¿cómo pueblo?, ¿cuáles malos hábitos estamos repitiendo?   

En las familias se atesora el recetario de la abuela, el cual constituye  un activo importante cuya suerte se discute en la cocina. ¿Quién lo conserva? ¿Quién lo administra? ¿Quién heredó el sazón?, ese polvo de hada que no entiende de gramos ni de pizcas. Conozco casos de quien convierte el recetario en industrias. Las palabras mágicas las heredan los nietos que saben escuchar.

¿Cuáles son las reglas en nuestra familia? ¿Cuáles se relacionan con la empresa? ¿Cómo se dirige? ¿Cómo se debe administrar y compartir? Clarificar quién hizo qué y quienes lo podrán hacer. Y cómo. Identificar el rumbo que siga la familia que se asuma como empresaria

Escribir la historia es importante. ¿Cómo cazamos mamuts? ¿Cómo nos resguardábamos de las inclemencias del tiempo? Pero el partido es largo y debemos plantear estrategia. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué información requiere la siguiente generación, para plasmarla en nuestras cuevas? ¿Cómo abordar a los mamuts que se disfrazan de datos, de nubes y de plasma? Son nuestra amenaza y nuestra oportunidad. Y no hay espacio. 

Son noches entonces para encender fogatas. Para reunirnos con los que somos. Para escribir y para escucharnos. Para orientar la vista en todas las direcciones, como quien está por cruzar una calle. Es tiempo de crecer y de sembrar.

Comunicarnos es un acto de sobrevivencia. Como nosotros, nuestras empresas cada día más se comunican de diversas formas. Negocian en línea. Incrementan ventas con clicks. ¿Qué va a hacer tu empresa para comunicarse en el entorno digital? ¿Cómo aportarás valor en este nuevo mercado?  ¿Está tu empresa y tu familia preparada para este momento de la transformación digital de los procesos y de los mercados?

Se atesoran fotos y recuerdos. Un libro, una pluma, una gorra. Un oficio o una empresa.  Somos eslabones de la historia. Somos puentes de otros ríos. ¿Qué queremos construir? ¿Qué mensaje recibimos? ¿Qué mensaje queremos contar?. 

El “Sutra del Diamante” se publicó seiscientos años que la Biblia, siendo el escrito más antiguo que se conoce. Este libro, en palabras del propio Buda es “una enseñanza fuerte y afilada como un diamante que corta a través de los malos juicios y la ilusión”. Un fragmento, titulado “Pino rojo” dice:  

Se puede ver la fugacidad del mundo

  • una estrella en la madrugada, 

una burbuja en la corriente,

un relámpago en una nube de verano,

una lámpara parpadeante, 

un fantasma,

 y ​​un sueño.