¿Quién es dueño de tu empresa?

No sé si es una pregunta retórica o capciosa. Retórica, por qué podemos obviar que el lector asegurará sin mayor trámite que su empresa es, -obviamente- suya.

Sin embargo los invito a no contestar antes de haber analizado

¿Mi empresa emitió las Acciones al momento de su constitución o en los aumentos de capital que se han hecho?.  Más aún, ¿sé dónde están?. ¿Mi empresa cuenta con los Libros Sociales requeridos por la Ley?. ¿He documentado debidamente la entrada y salida de accionistas así como los aumentos de capital?.

Lamentablemente, como lo comentaba en una entrega pasada, los empresarios generalmente buscan un RFC al momento de constituir la Sociedad y no prestan atención a los detalles. Y el diablo está justamente ahí, en los detalles.  

He sido informado que en Suiza hay malas prácticas empresariales en este sentido. (Lo cual se me hace muy raro, porque son cosas que aquí no pasan). Dicen que allá, muchos empresarios constituyen empresas que llegan a ser grandes emporios con una nula o por lo menos deficiente planeación jurídica. ¿Quién no conoce un compadre, un cliente, un vecino sueco que constituyó su empresa con accionistas que resultan ser sus empleados o familiares?.  Van los mismos y se presentan ante el notario y firman la constitución de la sociedad después de acreditar todos los requisitos legales (identificación, cedula fiscal, etc). Y el empresario descansa en la idea de que se quitó muchos problemas de encima, engañando al notario, al fisco y a la suegra.  

Sin embargo, el empresario no prevé los serios problemas que esta actitud puede acarrear. Al no tener las acciones y sus libros sociales debidamente actualizados, se corre el riesgo de perder el control o la propiedad de su empresa, grande o pequeña. O de comprometer la sucesión al momento de su fallecimiento. 

Pongamos un ejemplo para contextualizar.

Tío McPato constituye su empresa Patito, S.A. de C.V.

En una jugada que considera magistral, le pide a su sobrino Donald que aparezca como Accionista con el 60% del capital social y a su leal empleado Goofy le hace firmar por el 40% restante. Al paso de cinco años la empresa va viento en popa, fruto de las inyecciones de capital e infraestructura de negocio de Tío McPato. Lamentablemente, los accionistas de la empresa no han tenido la misma suerte. Donald está en un proceso de divorcio muy desgastante y Daisy está requiriendo la mitad de las acciones por la vía legal y el pago de su pensión alimenticia a razón del 20% de las utilidades mensuales de Patito, S.A. de C.V. Goofy no tiene tantos problemas, él solo murió. Sus hijos presentan un juicio sucesorio intestamentario y piden que se les adjudique 40% de las acciones de la empresa, capital suficiente para ser considerados en la toma de decisiones fundamentales de la Sociedad.      

Un excelente Abogado Litigante me dijo una vez: “no quiero que la gente tenga problemas, sólo que el negocio prospere”. Este año nuevo es una muy buena oportunidad de recordar que el diablo ésta en los detalles. Y también es muy buena oportunidad de preguntarte, ¿Quién es dueño de tu empresa?.